viernes, 29 de marzo de 2013

La jaula de la melancolía

Este libro sigue la misma línea discursiva de Octavio Paz: ¿Quiénes son los mexicanos? Me gusta analizarlo sobre todo después de las problemáticas que plantea Castells en "El poder de la identidad"


LA JAULA DE LA MELANCOLÍA (1986)

Los estudios sobre “lo mexicano” constituyen una expresión de la cultura política dominante
Roger Bartra.

Estudio que critica principalmente aquellos trabajos que hablan sobre el mexicano, porque pareciera que sólo existen en las teorías y libros, pero no en la realidad. Además:
el mito del carácter nacional parecería que no tiene historia; parecería como si los valores nacionales hubieran ido cayendo del cielo patrio para integrarse a una sustancia unificadora en la que se bañan por igual y para siempre las almas de todos los mexicanos[1]
Para una sociedad a la que la modernidad y su presurosa industrialización necesitó forjarse un pensamiento sobre lo mexicano, un perfil de nacionalidad cohesionadora. Esta formación sirve como manera de legitimar un poder. Son una serie de lugares comunes.
La imagen que se crea del campesino es siempre la del ser dramático y víctima de la historia, se conforma como uno de los personajes más importantes del carácter mexicano. “Es interesante destacar que en el proceso de construcción e invención de la nación –y, por tanto, del carácter nacional- nos tropezamos siempre con una paradójica confrontación con lo “otro””[2].
Al adoptar la melancolía como uno de los pilares de la cultura mexicana, en realidad estamos adoptando un concepto de la historia universal. Además, el pensamiento occidental fundió las nociones de espacio y tiempo con las de progreso histórico. “Ciertamente así es, con una importante salvedad: que el tiempo occidental también es un tiempo mítico; sus mitos –diferentes a los de la cultura prehispánica- son precisamente los de la línea, el progreso, el futuro, el calendario gregoriano”[3]. Todas las maneras de acotar el tiempo, son una expresión de la forma cultural que las crea, de acuerdo con las necesidades que les dieron vida.
La época moderna intenta crear una bipolaridad de tiempos, considera que hubo un tiempo primigenio que es diferente en todos sentidos al moderno. La manera de pensar el tiempo en México, es la misma que se le atribuye a los campesinos, es decir una manera primitiva, para qué trabajar hoy si puede hacer lo mismo mañana, para los modernos, consideran que la pasividad sólo es un fenómeno que ocurre con los primitivos. “Para crear el mito del hombre moderno es necesario reconstruir al hombre primordial y originario; es necesario generar una conciencia trágica de la oposición entre el bárbaro y el civilizado”[4].
A pesar de lo que se crea, la sociedad moderna industrial capitalista no se funda sólo en la racionalidad, también crea y genera ritos, cultos y símbolos, nada más observar que Comte quería elaborar una nueva religión. Otro de los mitos, es la creación del hombre primigenio “que fecunda la cultura nacional y al mismo tiempo sirve de contraste para estimular la conciencia de la modernidad y el progreso nacionales”[5].
No podemos considerar que hay un sentimiento de inferioridad, como menciona Ramos y después Paz, porque eso primero es una concepción intelectual que no siempre aplica a la realidad y porque después, significaría que nuestra cultura surge inferior y siempre viendo como modelo a Europa.
La época de la Revolución fue importante porque constituyó el momento en el que los agachados van y pelean, se transforman. El mundo urbano ha olvidado sus raíces rurales. Aunque el hombre que ahí habita es un tanto borroso, es indispensable como elemento legitimador del nuevo Estado de la Revolución.
Después de la Revolución fue necesario crear un nuevo personaje mexicano que estuviera desencadenado por el mismo movimiento.
El nacionalismo desencadenado por la Revolución mexicana –en un tragicómico retorno al positivismo decimonónico- cree que las ruedas del Progreso y de la Historia se han puesto a rodar hacia un futuro nacional de bienestar. Se decreta que todo sufrimiento es, por tanto, injusto y esencialmente pasajero[6]
El mexicano de la modernidad está inmerso entre el patriotismo, la violencia, emotividad, al resentimiento, despecho y violencia. El proletariado ha surgido en la periferia, en una circunstancia en que una revolución industrial se agudizan los problemas de la opresión colonial. “Estamos frente a un fenómeno complicado: en algunos momentos históricos las clases dirigentes se apropian de lo que creen que es la cultura popular, y desarrollan un curioso mimentismo. De esta forma la cultura nacional bebe de las fuentes de la cultura popular”[7].
Los principales soportes del Estado no son los programas, sino por el contrario, las redes imaginarias, los mitos y la cultura nacional. “es preciso establecer una relación de necesaria correspondencia entre las peculiaridades de los habitantes de la nación y las formas que adquiere su gobierno”[8].

Bibliografía

BARTRA. Roger, La jaula de la melancolía: identidad y metamorfosis del mexicano, Grijalbo, México, 2007.


[1] BARTRA. Roger, La jaula de la melancolía, p.19
[2] Ibid, p.49
[3] Ibid, p.69
[4] Ibid, p.77
[5] Ibid, p.78
[6] Ibid, p.152
[7] Ibid, p.168
[8] Ibid, p.214

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