miércoles, 27 de marzo de 2013

La Era de la Información.... primera parte


En este momento, no hablar sobre Castells sería impensable, para bien o para mal resulta un referente indispensable.
 
LA ERA DE LA INFORMACIÓN

Los medios de comunicación son el aula sin muros. Su poder consiste en que no son formas de relacionarnos con el mundo real antiguo; “son el mundo real” y recrean a voluntad lo que queda del mundo antiguo.
Marshall McLuhan

La primera parte del libro de Castells, La era de la información: la sociedad red, resulta todo un complejo análisis sobre cómo es que la tecnología ha aportado una nueva visión a las ideas que se tienen de vivir en sociedad, hacer política, el mercado, entre otras cosas.
El desarrollo de las redes informáticas ha sido a partir de los últimos treinta años desenfrenado, desde la creación de las computadoras de primera generación, hasta en años más recientes el uso de los microchips o las fibras ópticas.
Todo lo anterior, tiene como consecuencia una nueva manera de vivir en el mundo. Hay nuevas maneras de pensar lo que es la comunicación:

Las redes informáticas interactivas crecen de modo exponencial, creando nuevas formas y canales de comunicación, y dando forma a la vida a la vez que ésta les da forma a ellas.
Los cambios sociales son tan espectaculares como los procesos de transformación tecnológicos y económicos.[1]

Esta nueva sociedad tuvo su auge pleno con la caída del bloque socialista, de la URSS principalmente; aunque tiene en los últimos años un contexto geopolítico muy distinto al que, por ejemplo, tenían en el proyecto de la modernidad, los tigres asiáticos han despuntado, siendo ahora potencias que antes no podían concebirse. Y se han dado nuevas tendencias en las nuevas visiones del Estado, ahora se deslindan del llamado estado de bienestar, se desmantelan esas ideas. Algo que no ha cambiado, que inclusive se ha mantenido, es la desigualdad cada vez más creciente entre los del Norte y los del Sur. Lo que Franz Fanlon, denominaría como Los condenados de la Tierra.
Las nuevas estructuraciones políticas y económicas dan como consecuencia que haya problemas sistémicos, de fondo. Hay crisis en todos los aspectos, desde la legitimidad, hasta en los globos económicos.

Los sistemas políticos están sumidos en una crisis estructural de legitimidad, hundidos de forma periódica por escándalos, dependientes esencialmente del respaldo de los medios de comunicación y del liderazgo personalizado, y cada vez más aislados de la ciudadanía.[2]

Las identidades cada vez son más diferentes, las personas pueden escoger ante éstas, pues son más específicas. Aumenta la capacidad para compartirlas.
Así, ante las nuevas perspectivas es que se crea una nueva sociedad, ante características que son únicas en la historia, nunca antes la tecnología había adquirido matices tan importantes, ni había sido concebida de manera tan fundamental como parte del desarrollo de las sociedades. Los procesos en donde intervienen, se ven afectados de manera muy importante, ya no se puede pensar la sociedad sin pensar en el desarrollo tecnológico. Es así, una visión profundamente instrumental.

Así, la nueva sociedad que surge de ese proceso de cambio es tanto capitalista como informacional, aunque presenta una variación considerable en diferentes países, según su historia, cultura, instituciones y su relación específica con el capitalismo global y la tecnología de la información. [...] Esta nueva estructura social está asociada con el surgimiento de un nuevo modo de desarrollo, el informacionalismo, definido históricamente por la reestructuración del modo capitalista de producción hacia finales del siglo XX.[3]

El mayor desarrollo cognoscitivo tiene que ver principalmente con el propio conocimiento, como la primordial fuente de productividad. Se crea entonces como corriente de pensamiento y acción al informacionalismo.
La información, producida desde equipos hasta programas, es el nuevo mercado. Como diría Lyotard, en La condición posmoderna: un discurso sobre el saber, el conocimiento es poder, ahora también es poder económico. Quien pueda elaborar equipos, podrá dictaminar las maneras en que el nuevo lenguaje se fabricará.
Se está elaborando una nueva galaxia, en los términos de McLuhan, ahora la escritura y los libros están dando paso a las pantallas y las máquinas electrónicas. Todo aquel que no pueda adaptarse a este nuevo estilo de plantearse la realidad, quedará forzosamente excluido.
El nuevo paradigma de nuestro tiempo no es sólo producir información y maquinaria para adaptarla al nuevo lenguaje, sino la utilización de estas tecnologías en para producir y generar nuevos aparatos de información.

Lo que caracteriza a la revolución tecnológica actual no es el carácter central del conocimiento y la información a aparatos de generación de conocimiento y procesamiento de la información/comunicación, en un círculo de retroalimentación acumulativo entre innovación y sus usos.[4]

En esta nueva manera de pensar la existencia, ya no hay diferencia entre los que usan la tecnología y los creadores de la misma, es decir, cada uno puede ser al mismo tiempo parte de los dos grupos.
Toda esta nueva influencia que las máquinas tienen sobre nosotros ha ocasionado que pensemos de manera distinta el hacer comunicativo, nuestras relaciones sociales, cómo consumimos, soñamos, etc. Ahora, por la introducción de éstas, se ha desarrollado una nueva mentalidad.
Pensar que todo el mundo vive bajo un nuevo paradigma es erróneo. Como vimos antes, las diferencias entre el norte y el sur se han acentuado. No todos saben lo que es una máquina, ni viven bajos sus efectos.
Ahora, este sistema que es a la vez creador de una nueva perspectiva social, otorga las riquezas a los que poseen y crean nuevas tecnologías, que sirven para pensar y crear. “La innovación tecnológica no es un acontecimiento aislado”[5].
Mientras haya mayor progreso y aplicación de las tecnologías, dice Castells, mayor será el progreso positivo de una sociedad y su nueva inmersión en el paradigma tecnocrático.
La nueva revolución tecnológica nació y se desarrollo a partir de 1970, su proceso de destrucción creativa, típico del sistema capitalista, ha llevado a múltiples empresas a la quiebra y al reacomodo de otras tantas. Así los investigadores se convierten en empresarios y dejan de hacer conocimiento por su afán de realizarlo, ahora se ve la utilidad que todo esto puede generar.
Así es que se conforma la sociedad red que en palabras del propio Castells, no puede pensarse sin: “[...] el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y el intento de la antigua sociedad de reequipararse mediante el uso del poder de la tecnología para servir a la tecnología del poder.”[6]
Esta nueva sociedad siempre está en constante cambio, se torna flexible ante las nuevas tecnologías y disposiciones del mercado, en un sistema que está altamente organizado e integrado. “La tecnología no es buena ni mala, ni tampoco neutral”[7]
El proceso de creación de nueva tecnología, involucra todos los otros sistemas de nuestra vida, el económico siendo muy importante, de escala global. Si como dice Castells, los modos específicos de aumentar la productividad son lo que definen a un sistema económico determinado de otro, entonces nuestro sistema será el de la producción en serie de máquinas y tecnologías que creen nuevas tecnologías.
En una era globalizada e interconectada a la red, existen varias problemáticas, desde la aparición, como ya vimos de una economía global, surgiendo la empresa red, la transformación de la manera de trabajar, la cultura, la vida en casa. Todos los ámbitos de esta nueva vida son cambiados y transformados a partir de la inmersión global (pensando en el mundo Occidental) de la tecnología.
La obra de Castells, así trata de explicar lo que está sucediendo ahora, las nuevas maneras de pensar el mundo, el nuevo vivir en el mundo.

Bibliografía
Ø CASTELLS, Manuel. La era de la información: la sociedad red, Siglo Veintiuno Editores, 7° edición en español, 2006, p.9-227.









[1] CASTELLS, Manuel. La era de la información: la sociedad red, p.28
[2] Ibid, p.29
[3] Ibid, p.39-40
[4] Ibid, p.58
[5] Ibid, p.63
[6] Ibid, p.79
[7] KRANSBERG, en CASTELLS, Manuel. La era de la información: la sociedad red, p.92

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