En este momento, no hablar sobre Castells sería impensable, para bien o para mal resulta un referente indispensable.
LA ERA DE LA INFORMACIÓN
Los medios de comunicación son el aula sin muros. Su poder consiste en
que no son formas de relacionarnos con el mundo real antiguo; “son el mundo
real” y recrean a voluntad lo que queda del mundo antiguo.
Marshall McLuhan
La primera parte del libro de Castells, La
era de la información: la sociedad red, resulta todo un complejo análisis
sobre cómo es que la tecnología ha aportado una nueva visión a las ideas que se
tienen de vivir en sociedad, hacer política, el mercado, entre otras cosas.
El
desarrollo de las redes informáticas ha sido a partir de los últimos treinta
años desenfrenado, desde la creación de las computadoras de primera generación,
hasta en años más recientes el uso de los microchips o las fibras ópticas.
Todo lo
anterior, tiene como consecuencia una nueva manera de vivir en el mundo. Hay
nuevas maneras de pensar lo que es la comunicación:
Las redes informáticas interactivas
crecen de modo exponencial, creando nuevas formas y canales de comunicación, y
dando forma a la vida a la vez que ésta les da forma a ellas.
Los cambios sociales son tan espectaculares como los
procesos de transformación tecnológicos y económicos.[1]
Esta nueva sociedad tuvo su auge pleno
con la caída del bloque socialista, de la URSS principalmente; aunque tiene en
los últimos años un contexto geopolítico muy distinto al que, por ejemplo,
tenían en el proyecto de la modernidad, los tigres asiáticos han despuntado,
siendo ahora potencias que antes no podían concebirse. Y se han dado nuevas
tendencias en las nuevas visiones del Estado, ahora se deslindan del llamado
estado de bienestar, se desmantelan esas ideas. Algo que no ha cambiado, que
inclusive se ha mantenido, es la desigualdad cada vez más creciente entre los
del Norte y los del Sur. Lo que Franz Fanlon, denominaría como Los
condenados de la Tierra.
Las
nuevas estructuraciones políticas y económicas dan como consecuencia que haya
problemas sistémicos, de fondo. Hay crisis en todos los aspectos, desde la
legitimidad, hasta en los globos económicos.
Los sistemas
políticos están sumidos en una crisis estructural de legitimidad, hundidos de
forma periódica por escándalos, dependientes esencialmente del respaldo de los
medios de comunicación y del liderazgo personalizado, y cada vez más aislados
de la ciudadanía.[2]
Las identidades cada vez son más
diferentes, las personas pueden escoger ante éstas, pues son más específicas.
Aumenta la capacidad para compartirlas.
Así,
ante las nuevas perspectivas es que se crea una nueva sociedad, ante características
que son únicas en la historia, nunca antes la tecnología había adquirido
matices tan importantes, ni había sido concebida de manera tan fundamental como
parte del desarrollo de las sociedades. Los procesos en donde intervienen, se
ven afectados de manera muy importante, ya no se puede pensar la sociedad sin
pensar en el desarrollo tecnológico. Es así, una visión profundamente
instrumental.
Así, la nueva
sociedad que surge de ese proceso de cambio es tanto capitalista como
informacional, aunque presenta una variación considerable en diferentes países,
según su historia, cultura, instituciones y su relación específica con el
capitalismo global y la tecnología de la información. [...] Esta nueva
estructura social está asociada con el surgimiento de un nuevo modo de
desarrollo, el informacionalismo, definido históricamente por la
reestructuración del modo capitalista de producción hacia finales del siglo XX.[3]
El mayor desarrollo cognoscitivo tiene
que ver principalmente con el propio conocimiento, como la primordial fuente de
productividad. Se crea entonces como corriente de pensamiento y acción al informacionalismo.
La
información, producida desde equipos hasta programas, es el nuevo mercado. Como
diría Lyotard, en La condición posmoderna: un discurso sobre el saber,
el conocimiento es poder, ahora también es poder económico. Quien pueda
elaborar equipos, podrá dictaminar las maneras en que el nuevo lenguaje se
fabricará.
Se
está elaborando una nueva galaxia, en los términos de McLuhan, ahora la
escritura y los libros están dando paso a las pantallas y las máquinas
electrónicas. Todo aquel que no pueda adaptarse a este nuevo estilo de
plantearse la realidad, quedará forzosamente excluido.
El
nuevo paradigma de nuestro tiempo no es sólo producir información y maquinaria
para adaptarla al nuevo lenguaje, sino la utilización de estas tecnologías en
para producir y generar nuevos aparatos de información.
Lo que
caracteriza a la revolución tecnológica actual no es el carácter central del
conocimiento y la información a aparatos de generación de conocimiento y
procesamiento de la información/comunicación, en un círculo de
retroalimentación acumulativo entre innovación y sus usos.[4]
En esta nueva manera de pensar la
existencia, ya no hay diferencia entre los que usan la tecnología y los
creadores de la misma, es decir, cada uno puede ser al mismo tiempo parte de
los dos grupos.
Toda
esta nueva influencia que las máquinas tienen sobre nosotros ha ocasionado que
pensemos de manera distinta el hacer comunicativo, nuestras relaciones
sociales, cómo consumimos, soñamos, etc. Ahora, por la introducción de éstas,
se ha desarrollado una nueva mentalidad.
Pensar
que todo el mundo vive bajo un nuevo paradigma es erróneo. Como vimos antes,
las diferencias entre el norte y el sur se han acentuado. No todos saben lo que
es una máquina, ni viven bajos sus efectos.
Ahora,
este sistema que es a la vez creador de una nueva perspectiva social, otorga
las riquezas a los que poseen y crean nuevas tecnologías, que sirven para
pensar y crear. “La innovación tecnológica no es un acontecimiento aislado”[5].
Mientras
haya mayor progreso y aplicación de las tecnologías, dice Castells, mayor será
el progreso positivo de una sociedad y su nueva inmersión en el paradigma
tecnocrático.
La
nueva revolución tecnológica nació y se desarrollo a partir de 1970, su proceso
de destrucción creativa, típico del sistema capitalista, ha llevado a múltiples
empresas a la quiebra y al reacomodo de otras tantas. Así los investigadores se
convierten en empresarios y dejan de hacer conocimiento por su afán de
realizarlo, ahora se ve la utilidad que todo esto puede generar.
Así
es que se conforma la sociedad red que en palabras del propio Castells,
no puede pensarse sin: “[...] el desarrollo de las nuevas tecnologías de la
información y el intento de la antigua sociedad de reequipararse mediante el
uso del poder de la tecnología para servir a la tecnología del poder.”[6]
Esta
nueva sociedad siempre está en constante cambio, se torna flexible ante las nuevas
tecnologías y disposiciones del mercado, en un sistema que está altamente
organizado e integrado. “La tecnología no es buena ni mala, ni tampoco
neutral”[7]
El
proceso de creación de nueva tecnología, involucra todos los otros sistemas de
nuestra vida, el económico siendo muy importante, de escala global. Si como
dice Castells, los modos específicos de aumentar la productividad son lo que
definen a un sistema económico determinado de otro, entonces nuestro sistema
será el de la producción en serie de máquinas y tecnologías que creen nuevas
tecnologías.
En una era globalizada e
interconectada a la red, existen varias problemáticas, desde la aparición, como
ya vimos de una economía global, surgiendo la empresa red, la transformación de
la manera de trabajar, la cultura, la vida en casa. Todos los ámbitos de esta
nueva vida son cambiados y transformados a partir de la inmersión global
(pensando en el mundo Occidental) de la tecnología.
La
obra de Castells, así trata de explicar lo que está sucediendo ahora, las
nuevas maneras de pensar el mundo, el nuevo vivir en el mundo.
Bibliografía
Ø
CASTELLS, Manuel. La era de
la información: la sociedad red, Siglo Veintiuno Editores, 7° edición en
español, 2006, p.9-227.
No hay comentarios:
Publicar un comentario