Teoría de las Necesidades en Marx
Agnes
Heller expresa lo siguiente:
Debemos considerar una
ilusión metafísica, aquella según la cual deberíamos abolir, primero la
alineación económica y política para luego estar en condiciones, post festum,
de humanizar las relaciones cotidianas entre los hombres.[1] Bajo estos dos planteamientos (la existencia de vincular el tema
lukàcsiano de la vida cotidiana, con la concepción de transformación de Karl
Marx) giran los ensayos y libros de Agnes Heller. La autora plantea que el
conocimiento está mediado por la experiencia por lo cual no se puede
desvincular la teoría de la praxis, esto es, de la acción (la capacidad de
trasformar).
Para la elaboración de su ensayo, retoma las ideas centrales del marxismo,
postulando (según Marx):
- Que el trabajador vende su fuerza de trabajo.
- Que dicha fuerza genera plusvalor (elaborando una categoría general del
concepto).
- Y que el significado de valor pertenece a la escuela clásica de economía.
Heller analiza los tres descubrimientos del filósofo a partir del término
necesidad y argumenta que dicho concepto proporciona
la posibilidad de un análisis teórico e histórico simultáneamente, mientras que
el de valor (falto de un soporte material) corre continuamente el riesgo de deslizarse hacia una posición
ontológica, hacia el análisis estático y esencialista de la naturaleza humana,
y por consiguiente idealista.[2] A pesar de que el marxismo utiliza la categoría de valor para explicar las
relaciones de explotación por medio de la actividad productiva, la autora le
atribuye una connotación que puede ir por el campo de la ontología, por lo que
desarrolla su tesis a través del concepto dinámico, necesidad.
El ideal de la felicidad ha conducido al desplazamiento de necesidades en
el sistema capitalista. Esto es a través de la materialidad de las personas y
objetos en la vida cotidiana. Si una persona antepone la necesidad de lujo ante
la necesidad básica de vestir, sobrepone un aspecto de status (que es parte de
la materialidad que supone el individuo) ante un condicionamiento cultural: la
sociedad estableció que debes vestirte. Si una estructura genera necesidades no
básicas, el individuo entra en un sistema
de necesidades basado en la necesidad de poseer a otro sistema de necesidades,
radicalmente distinto, fundado en la riqueza de las necesidades cualitativas.[3] Un ejemplo de ello es el sistema de moda. La moda es una industria del
vestido que ejerce sólo una élite económica, no depende del aspecto de vestir,
sino, cómo adquirir un estilo. El hecho importante es, siguiendo a la vida
cotidiana, que la trascendencia de llevar unos jeans recae en la marca, no en
el objeto que cubre el cuerpo del ambiente.
Otro punto importante es la relación de la teoría con la práctica a través
del método dialéctico, como síntesis de los opuestos (doctrina hegeliana) que se entiende como la resolución de las
contradicciones en las cuales queda envuelta en la realidad finita que es el
objeto del entendimiento.[4]
En este caso la contradicción de premisas (las necesidades y no necesidades) y
el cambio de estructuras lo tienen que realizar los individuos que conforman
las masas a través de la concientización de las necesidades básicas y no
sobrevaloradas.
También existen otro tipo de necesidades, denominadas radicales que son
estipulaciones sociales y consciente que llegan a reorganizar las estructuras
dentro de un Estado. Es esa necesidad no
integrable en el capitalismo que se desarrolla contradictoriamente durante el desarrollo
mismo del capitalismo. Su base es material, pero su nivel es cualitativo y el
modo es el de la consciencia individual y social.[5]
Los tipos de necesidad se conforman según los objetos a los que van
dirigidos. Esto es, el objeto que comparten actividad o rasgos en común.
- La necesidad física corresponde a lo biológico, a la preservación de las
condiciones vitales del individuo. A través de estas necesidades, siguiendo a
Marx, la clase burguesa subordina los sentidos humanos a las burdas necesidades
prácticas y las hace abstractas, reduciéndolas a necesidades de supervivencia.
Esto es, a través de esta clasificación las necesidades materiales pueden pasar
a necesidades físicas.
- Las necesidades naturales se refieren a la autoconservación, por lo cual
también son necesarias al hombre (al no ser característica de cualquier ser
vivo, sólo de la especie humana). Son deterministas al ser el límite que puede
alcanzar el hombre.
- Las necesidades necesarias son el producto
de la historia, no de la biología (de la autoconservación). Dentro de esta
clasificación se encuentra el producto social (la cultura, la ideología y la
religión), que hasta cierto punto, permiten una convivencia feliz entre los
seres humanos.
La necesidad no natural, categorización elaborada de las necesidades
radicales, se establece cuando se habla del deber como necesidad social, un
continuo de lo natural, en donde el individuo busca un complemento, pero en la
sociedad capitalista nunca está satisfecho, por lo cual busca necesidades (aquí
es donde entra la industria) que ayuden a sentirse mejor.
La autora plantea que todos tienen necesidades, ya sea el Estado de
producir (necesidad política), el empresario de fuerza de trabajo del individuo
(necesidad económica), y ese individuo de una distracción (necesidad
espiritual). El sistema de necesidades en el modo de producción capitalista,
agudiza y transpone las necesidades artificiales como necesidades físicas
(básicas para vivir), para un fin consumista, que va más allá de comprar, sino
de convertirlo en algo cotidiano.
Bibliografía
- HELLER, Agnes. Sociología de la vida cotidiana, España,
Península, 1991.
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