Ningún análisis contemporáneo debe dejar de lado lo que Adorno y Horkheimer dijeron sobre las llamadas industrias culturales.
LA INDUSTRIA CULTURAL
Las sociedades industriales[...] se empeñan en transformar las diferencias cualitativas, es decir: humanas, en uniformidades cuantitativas. Los métodos de la producción en masa se aplican también a la moral, al arte y a los sentimientos. Abolición de las contradicciones y de las excepciones...”
Octavio Paz
La llamada industria cultural es todo un
proceso mecanizado en donde no se tiene conciencia de lo que sucede, las
personas actúan por inercia, por convertirse y ser parte del sistema.
Todo
forma parte de esta compleja red que tiene al hombre atado en cuerpo y
pensamiento. Desde el trabajo hasta el ocio, “Film,
radio y semanarios constituyen un sistema. Cada sector esta armonizado en sí y
todos entre ellos. Las manifestaciones estéticas, incluso de los opositores
políticos, celebran del mismo modo el elogio del ritmo de acero.”[1]
Inhiben un pensamiento original, pues quien lo tenga va a ser alejado de
la sociedad, todos por querer adaptarse (y no estar solos), aceptan esta condición
pero de una manera inconsciente. Estos centros, formas de recreación, como dice
el ensayo, dejan de ser arte para convertirse en ideología. Sus procesos de interiorización en
las personas son a veces sutiles, a veces no tanto, pero con la finalidad de
que las personas dejen de hacer, pensar, sentir.
La industria cultural está tan bien
provista para rechazar las objeciones dirigidas contra ella misma como aquéllas
lanzadas contra el mundo que ella reduplica sin tesis preconcebidas. Se tiene
sólo la posibilidad de colaborar o de quedarse atrás. [...]Sano es aquello que
se repite, el ciclo tanto en la naturaleza como en la industria. [2]
Uno de los fenómenos más
característicos lo vemos en el cine, donde no prestamos atención a lo que
sucede con la intención de no perdernos detalle de todo lo demás. Lo que
Benjamín denominaría como esa incapacidad de retraernos para admirar una obra,
porque en un instante la imagen ya ha cambiado.
La radio, otra forma de industria
cultural, es impuesta, con sus programas y publicidad. No se tiene control
sobre lo que se escucha, así se dictamina sobre lo que es bueno y malo, lo
preferente y lo que no. Dicen entender al público mediante encuestas, saben lo
que quiere y eso se transmite. “La radio, democrática,
vuelve a todos por igual escuchas, para remitirlos autoritariamente a los
programas por completo iguales de las diversas estaciones.”[3]
La situación es de tal
desesperación, así es como la manufacturan, que cuando se puede, se desea una relajación. Crean entonces industrias del
entretenimiento, para que con el olvido y negación se pueda soportar aquello
que espera al día siguiente.
La cultura ha
contribuido siempre a domar los instintos revolucionarios, así como los
bárbaros. La cultura industrializada hace algo más. Enseña e inculca la
condición necesaria para tolerar la vida despiadada. [...] La vida en el
capitalismo tardío es un rito permanente de iniciación. Cada uno debe demostrar
que se identifica sin residuos con poder por el que es golpeado.”[4]
Vemos entonces que las personas son
golpeadas, que los animales son maltratados y que los demás siguen viviendo
como nosotros, con ciertas diferencias, claro está y es por eso que cuando a
nosotros nos golpean, maltratan y seguimos en la rutina de siempre no se nos
hace extraño. Hasta en la diversión nos adaptan para que no nos salgamos del
molde que ellos mismos han establecido.
No tenemos un pensamiento propio
para suponer que ese violentar y golpear sea algo malo. “Divertirse
significa estar de acuerdo[...] significa siempre que no hay que pensar, que
hay que olvidar el dolor incluso allí donde es mostrado”[5]
La cultura como parte de todo un
sistema es interiorizada y expedida, como si fuera un anuncio publicitario, se
nos enseña a comprender lo que ahora es el canon de lo bello y lo culto. Todo,
sin embargo es parte de lo mismo, tiene la funcionalidad de vender.
No es que la cultura se
haya dispuesto a las masas, que antes no tenían la posibilidad de acceder a
este tipo de conocimiento, sino que por el contrario, ésta se ha masificado y
perdido su carácter de “arte culto”, ahora es un arte ligero para que todos
puedan comprenderlo y sentirse identificados.
Lo notable no es la
crasa incultura, la torpeza o la estupidez. Los rechazos de antaño han sido
liquidados por la industria cultural gracias a su misma perfección, la
prohibición y la domesticación del dilettantismo, aun cuando cometa
continuamente gaffes enormes, inseparables de la idea misma de un
nivel "sostenido". Pero lo nuevo consiste en que elementos
inconciliables de la cultura, arte y diversión, sean reducidos mediante la
subordinación final a un solo falso denominador: la totalidad de la industria
cultural. [6]
El arte se ha convertido y ha dejado
de tener esa forma contestataria de antes, ahora sirve para seguir alienando
las mentes de las personas. Para que su apatía siga siendo la misma y su
reacción ante su situación siga nula. “Los
talentos pertenecen a la industria incluso antes de que ésta los presente: de
otro modo no se adaptarían con tanta rapidez”[7]
Antes las obras de arte no consistían en
exhibiciones sexuales, ahora se utiliza el sexo y el deseo, en la industria
cultural como forma de arte, medio de represión y sublimación:
La sociedad
capitalista democrática ha aplicado las leyes impersonales del mercado y la
técnica de la producción en masa a la vida erótica. Así la ha degradado, aunque
como negocio el éxito ha sido inmenso [...] En muchos pueblos la belleza fue
vista como un trasunto de la divinidad; hoy es un signo publicitario [..] La
modernidad desacralizó al cuerpo y la publicidad lo ha utilizado como un
instrumento de propaganda.[...] El erotismo se ha transformado en un
departamento de la publicidad y en una rama del comercio.[8]
Antes, la única manera de salir del
sistema muriendo o saliendo de la sociedad. O se pensaba como el gobernante
quería o se moría. Ahora hasta los más subversivos son parte del sistema, se
absorben y convierten al mismo. Como dice el siguiente párrafo:
Bajo el monopolio
privado de la cultura acontece realmente que "la tiranía deja libre el
cuerpo y embiste directamente contra el alma. El amo no dice más: debes pensar
como yo o morir. Dice: eres libre de no pensar como yo, tu vida, tus bienes,
todo te será dejado, pero a partir de este momento eres un intruso entre nosotros".
Quien no se adapta resulta víctima de una impotencia económica que se prolonga
en la impotencia espiritual del aislado[9]
Se nos
enseña que no hay que esforzarnos, que hay que mantener una actitud pesimista y
conformista de la vida, si algo bueno llegase a suceder, sería por obra del
hado de la fortuna. Al no esforzarnos en nada de lo que hacemos nos convertimos
en una masa imitadora, vemos algo que resulta exitoso y lo copiamos, no hay
iniciativa.
No
podemos inclusive, producir nada nuevo, todo ha sido pensado con anterioridad y
clasificado. Existe un producto específico para cada uno de nosotros. “Para el
consumidor no hay nada por clasificar que no haya sido ya anticipado en el
esquematismo de la producción.[...] entidades invariables”[10]
Hay una
atrofia de la mente y en especial de la parte imaginativa. No sabemos qué hacer
para liberarnos de todo este sistema. Tampoco es como que queramos hacerlo.
Nuestro instinto de supervivencia no nos deja puesto que significaría estar
solos en el mundo, eso nos da mucho miedo. “Las masas
tienen lo que quieren y reclaman obstinadamente la ideología mediante la cual
se las esclaviza [...] Se combate al enemigo ya derrotado, al sujeto pensante.”[11].
Los
hombres son vistos en su capacidad de consumidores y clientes que siempre
compran artículos provistos por la industria cultural. Así, de igual manera son
desechados, lo que uno no compra otro lo podrá hacer con facilidad. Somos
dispensables porque somos extremadamente iguales.
Todo es
relativizado y conformado para crear dentro de la sociedad misma esa
incapacidad de pensar y de actuar. Para que la industria cultural siga
funcionando y nosotros continuemos como hasta ahora.
Bibliografía
§ PAZ Octavio, La llama doble: Amor y erotismo, Seix Barral,
2003, México, 27° reimpresión, p.158-159
Ciberografía
§ HORKHEIMER Max y ADORNO Theodor, La industria cultural en Dialéctica
del Iluminismo, Buenos Aires, 1988, [Electrónico] Nombre falso:
comunicación y sociología de la cultura. http://www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=80
[Recuperado el viernes 29 de febrero en Google]
[1] HORKHEIMER Max y THEODOR Adorno, La industria cultural en Dialéctica
del Iluminismo, Buenos Aires, 1988, [Electrónico] Nombre falso:
comunicación y sociología de la cultura. http://www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=80
[Recuperado el viernes 29 de febrero en Google]
[2] Ibid
[3] Ibid
[4] Ibid
[5] Ibid.
[6] Ibid.
[7] Ibid
[8] PAZ Octavio, La llama doble: Amor y erotismo, Seix Barral,
2003, México, 27° reimpresión, p.158-159
[9] Ob. Cit. Adorno y Horkheimer
[10] Ibid
[11] Ibid
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