miércoles, 27 de marzo de 2013

La Industria Cultural


Ningún análisis contemporáneo debe dejar de lado lo que Adorno y Horkheimer dijeron sobre las llamadas industrias culturales.
 
LA INDUSTRIA CULTURAL

Las sociedades industriales[...] se empeñan en transformar las diferencias cualitativas, es decir: humanas, en uniformidades cuantitativas. Los métodos de la producción en masa se aplican también a la moral, al arte y a los sentimientos. Abolición de las contradicciones y de las excepciones...”

Octavio Paz
La llamada industria cultural es todo un proceso mecanizado en donde no se tiene conciencia de lo que sucede, las personas actúan por inercia, por convertirse y ser parte del sistema.
Todo forma parte de esta compleja red que tiene al hombre atado en cuerpo y pensamiento. Desde el trabajo hasta el ocio, Film, radio y semanarios constituyen un sistema. Cada sector esta armonizado en sí y todos entre ellos. Las manifestaciones estéticas, incluso de los opositores políticos, celebran del mismo modo el elogio del ritmo de acero.”[1]
Inhiben un pensamiento original, pues quien lo tenga va a ser alejado de la sociedad, todos por querer adaptarse (y no estar solos), aceptan esta condición pero de una manera inconsciente. Estos centros, formas de recreación, como dice el ensayo, dejan de ser arte para convertirse en ideología. Sus procesos de interiorización en las personas son a veces sutiles, a veces no tanto, pero con la finalidad de que las personas dejen de hacer, pensar, sentir.

La industria cultural está tan bien provista para rechazar las objeciones dirigidas contra ella misma como aquéllas lanzadas contra el mundo que ella reduplica sin tesis preconcebidas. Se tiene sólo la posibilidad de colaborar o de quedarse atrás. [...]Sano es aquello que se repite, el ciclo tanto en la naturaleza como en la industria. [2]

Uno de los fenómenos más característicos lo vemos en el cine, donde no prestamos atención a lo que sucede con la intención de no perdernos detalle de todo lo demás. Lo que Benjamín denominaría como esa incapacidad de retraernos para admirar una obra, porque en un instante la imagen ya ha cambiado.
La radio, otra forma de industria cultural, es impuesta, con sus programas y publicidad. No se tiene control sobre lo que se escucha, así se dictamina sobre lo que es bueno y malo, lo preferente y lo que no. Dicen entender al público mediante encuestas, saben lo que quiere y eso se transmite. “La radio, democrática, vuelve a todos por igual escuchas, para remitirlos autoritariamente a los programas por completo iguales de las diversas estaciones.”[3]
La situación es de tal desesperación, así es como la manufacturan, que cuando se puede, se  desea  una relajación. Crean entonces industrias del entretenimiento, para que con el olvido y negación se pueda soportar aquello que espera al día siguiente.

La cultura ha contribuido siempre a domar los instintos revolucionarios, así como los bárbaros. La cultura industrializada hace algo más. Enseña e inculca la condición necesaria para tolerar la vida despiadada. [...] La vida en el capitalismo tardío es un rito permanente de iniciación. Cada uno debe demostrar que se identifica sin residuos con poder por el que es golpeado.”[4]

Vemos entonces que las personas son golpeadas, que los animales son maltratados y que los demás siguen viviendo como nosotros, con ciertas diferencias, claro está y es por eso que cuando a nosotros nos golpean, maltratan y seguimos en la rutina de siempre no se nos hace extraño. Hasta en la diversión nos adaptan para que no nos salgamos del molde que ellos mismos han establecido.
No tenemos un pensamiento propio para suponer que ese violentar y golpear sea algo malo. “Divertirse significa estar de acuerdo[...] significa siempre que no hay que pensar, que hay que olvidar el dolor incluso allí donde es mostrado”[5]
La cultura como parte de todo un sistema es interiorizada y expedida, como si fuera un anuncio publicitario, se nos enseña a comprender lo que ahora es el canon de lo bello y lo culto. Todo, sin embargo es parte de lo mismo, tiene la funcionalidad de vender.
No es que la cultura se haya dispuesto a las masas, que antes no tenían la posibilidad de acceder a este tipo de conocimiento, sino que por el contrario, ésta se ha masificado y perdido su carácter de “arte culto”, ahora es un arte ligero para que todos puedan comprenderlo y sentirse identificados.

Lo notable no es la crasa incultura, la torpeza o la estupidez. Los rechazos de antaño han sido liquidados por la industria cultural gracias a su misma perfección, la prohibición y la domesticación del dilettantismo, aun cuando cometa continuamente gaffes enormes, inseparables de la idea misma de un nivel "sostenido". Pero lo nuevo consiste en que elementos inconciliables de la cultura, arte y diversión, sean reducidos mediante la subordinación final a un solo falso denominador: la totalidad de la industria cultural. [6]

El arte se ha convertido y ha dejado de tener esa forma contestataria de antes, ahora sirve para seguir alienando las mentes de las personas. Para que su apatía siga siendo la misma y su reacción ante su situación siga nula. Los talentos pertenecen a la industria incluso antes de que ésta los presente: de otro modo no se adaptarían con tanta rapidez”[7]
Antes las obras de arte no consistían en exhibiciones sexuales, ahora se utiliza el sexo y el deseo, en la industria cultural como forma de arte, medio de represión y sublimación:
 
La sociedad capitalista democrática ha aplicado las leyes impersonales del mercado y la técnica de la producción en masa a la vida erótica. Así la ha degradado, aunque como negocio el éxito ha sido inmenso [...] En muchos pueblos la belleza fue vista como un trasunto de la divinidad; hoy es un signo publicitario [..] La modernidad desacralizó al cuerpo y la publicidad lo ha utilizado como un instrumento de propaganda.[...] El erotismo se ha transformado en un departamento de la publicidad y en una rama del comercio.[8]

Antes, la única manera de salir del sistema muriendo o saliendo de la sociedad. O se pensaba como el gobernante quería o se moría. Ahora hasta los más subversivos son parte del sistema, se absorben y convierten al mismo. Como dice el siguiente párrafo:

Bajo el monopolio privado de la cultura acontece realmente que "la tiranía deja libre el cuerpo y embiste directamente contra el alma. El amo no dice más: debes pensar como yo o morir. Dice: eres libre de no pensar como yo, tu vida, tus bienes, todo te será dejado, pero a partir de este momento eres un intruso entre nosotros". Quien no se adapta resulta víctima de una impotencia económica que se prolonga en la impotencia espiritual del aislado[9]

Se nos enseña que no hay que esforzarnos, que hay que mantener una actitud pesimista y conformista de la vida, si algo bueno llegase a suceder, sería por obra del hado de la fortuna. Al no esforzarnos en nada de lo que hacemos nos convertimos en una masa imitadora, vemos algo que resulta exitoso y lo copiamos, no hay iniciativa.
No podemos inclusive, producir nada nuevo, todo ha sido pensado con anterioridad y clasificado. Existe un producto específico para cada uno de nosotros.  Para el consumidor no hay nada por clasificar que no haya sido ya anticipado en el esquematismo de la producción.[...] entidades invariables”[10]
Hay una atrofia de la mente y en especial de la parte imaginativa. No sabemos qué hacer para liberarnos de todo este sistema. Tampoco es como que queramos hacerlo. Nuestro instinto de supervivencia no nos deja puesto que significaría estar solos en el mundo, eso nos da mucho miedo. “Las masas tienen lo que quieren y reclaman obstinadamente la ideología mediante la cual se las esclaviza [...] Se combate al enemigo ya derrotado, al sujeto pensante.”[11].
Los hombres son vistos en su capacidad de consumidores y clientes que siempre compran artículos provistos por la industria cultural. Así, de igual manera son desechados, lo que uno no compra otro lo podrá hacer con facilidad. Somos dispensables porque somos extremadamente iguales.
Todo es relativizado y conformado para crear dentro de la sociedad misma esa incapacidad de pensar y de actuar. Para que la industria cultural siga funcionando y nosotros continuemos como hasta ahora.

Bibliografía

§  PAZ Octavio, La llama doble: Amor y erotismo, Seix Barral, 2003, México, 27° reimpresión, p.158-159

Ciberografía
§  HORKHEIMER Max y ADORNO Theodor, La industria cultural en Dialéctica del Iluminismo, Buenos Aires, 1988, [Electrónico] Nombre falso: comunicación y sociología de la cultura. http://www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=80 [Recuperado el viernes 29 de febrero en Google]          



[1] HORKHEIMER Max y THEODOR Adorno, La industria cultural en Dialéctica del Iluminismo, Buenos Aires, 1988, [Electrónico] Nombre falso: comunicación y sociología de la cultura. http://www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=80 [Recuperado el viernes 29 de febrero en Google]
[2] Ibid
[3] Ibid
[4] Ibid
[5] Ibid.
[6] Ibid.
[7] Ibid
[8] PAZ Octavio, La llama doble: Amor y erotismo, Seix Barral, 2003, México, 27° reimpresión, p.158-159
[9] Ob. Cit. Adorno y Horkheimer
[10] Ibid
[11] Ibid

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