viernes, 29 de marzo de 2013

La era de la información. El poder de la identidad (II)


Castells prosigue su análisis sobre las identidades dentro del mundo global. Este libro es muy interesante, en tanto refleja muchas de las problemáticas que los estados tienen en el mundo contemporáneo.

 
LA ERA DE LA INFORMACIÓN: EL PODER DE LA IDENTIDAD

“[...] te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia.”
Deuteronomio 30:19

Esta segunda parte del libro de Castells comienza con un apartado, referente a la familia y sus distintos tipos de cambios por las llamadas revoluciones sociales (de la mujer, de las tecnologías, de la liberación, etc.).
Todo lo anterior pone en un gran predicamento a la sociedad patriarcal, “estructura básica de todas las sociedades contemporáneas. Se caracteriza por la autoridad, impuesta desde la insituciones [sic] de los hombres sobre las mujeres y sus hijos en la unidad familiar”[1]
La transformación de la economía y el mercado laboral está en estrecha relación con la liberación de las mujeres, dándoles desde más oportunidad para conseguir educación hasta su consecuente empleo. Entonces trae como consecuencia que:

La primera es que, con frecuencia, la contribución financiera de la mujer se vuelve decisiva para el presupuesto familiar. Así pues, el poder de negociación femenino en el hogar aumenta de forma significativa. Para empezar, en el patriarcado estricto, la dominación de las mujeres por parte de los hombres afectaba a toda su existencia: su trabajo era crear hogar.[2]

Trayendo como consecuencia un desequilibrio en la familia patriarcal. Ante ese nuevo cambio, los hombres (al igual que muchas mujeres y niños) temen ante lo desconocido y actúan en consecuencia. Es decir no saben qué hacer cuando el poder económico, que era lo que los legitimaba para tener otros tipos de poderes en la familia, deja de ser exclusivamente de ellos, optando entonces por tres vías: el separatismo que explicaría el incremento acelerado de la tasa de divorcios, el homosexualismo y el tratar de convivir ambos sexos, con miedo sobre lo que vendrá.

En general, parece que en la mayoría de los países desarrollados, con las excepciones importantes de Japón y España, la familia patriarcal está en proceso de convertirse en una forma minoritaria del modo de vida de la gente.[3]

Existen múltiples factores para la crisis del patriarcalismo, no es sólo la liberación de la educación para la mujer y su consecución de empleos, también cabe mencionar el hecho de los múltiples nacimientos fuera del matrimonio, hijos en su mayoría cuidados por la madre, así como el retraso de la edad para casarse y el poco deseo que muchas mujeres tienen por ser madres.
Como se leyó antes, existen movimientos que tratan de recuperar aquellos valores, los del antiguo patriarcado, en el fundamentalismo cristiano, donde se llama que las mujeres deben ser sumisas y quedarse en el hogar.
Hay movimientos de aquellas mujeres que reveladas contra toda la figura patriarcal, hicieron el llamado feminismo que está en contra de esa autoridad, porque se les niega como personas, en donde además, su discurso está en la acción.[4]

Así pues, bajo la diversidad del feminismo, se encuentra una comunidad fundamental: el esfuerzo histórico, individual y colectivo, formal e informal, para redefinir la condición de la mujer en oposición directa al patriarcado.[5]

Es una tendencia, como se ve en las estadísticas ampliamente aceptada a nivel mundial, en EE.UU., donde hay movimientos feministas radicales y conservadores, en toda Europa, Asía y también un poco en América Latina. El considerar a las mujeres y sus derechos es un asunto primordial.
Los detractores del movimiento lo radicalizan y consideran a las feministas como lesbianas, manera de relación en pareja en que ambas partes son mujeres. Que todo trata de un odio exacerbado al hombre y que por esa razón no aceptan seguir ciertas ideas “naturales”. A lo que las feministas responden:

Comienza con la afirmación doble de que las mujeres son diferentes, sobre todo debido a su historia diferencial, y de que en todo caso sólo pueden reconstruir su identidad y encontrar sus propios caminos construyendo su propia comunidad. En muchos casos esto implica el deseo de separación de los hombres o al menos de las instituciones dominadas por éstos. Pero no lleva necesariamente al lesbianismo o al separatismo de los hombres.[6]

Hay que comprender que no sólo es un feminismo hay distintas maneras de comprender la identidad del ser feminista. Cada quien puede adoptar ese concepto teórico y adaptarlo a su realidad.
Así, pasamos a otro tema neural del texto, el poder del Estado en esta relación con la globalización. Pareciera que éste cada día se desdibuja más por el poder de las distintas redes de mercado, información y servicios.
La idea del Estado benefactor está cada vez más en desuso, pues los costes de mantener la seguridad social y otros aspectos por parte de las empresas es mayor, no pueden y no quieren asumirlo. El Estado tampoco. Poco a poco se desmantela toda la maquinaria que dio legitimidad a la industrialización en la primera mitad del siglo pasado.
Los medios de comunicación han crecido de forma exponencial desde el surgimiento de internet y el desarrollo de los distintos aparatos como la TV. Muchas veces las empresas hacen uso de éstos, para lograr las políticas o cambios que se deseen.
Éstos clamaba por una libertad de expresión, a partir de ahí lograban su legitimidad, que se traducía en anuncios publicitarios, es decir su mayor núcleo de generación de riquezas. Con más anunciantes y más credibilidad, hay más publicidad y riquezas, además de un mayor espectro de oyentes.
Apelan, ante todo, a la libertad de expresión, que ha sido ganada con muchos esfuerzos y que el que el Estado los controle sería como dar un retroceso en el proceso de las garantías individuales.

Todo intento de recortar la libertad de los medios tendrá un coste político, ya que la ciudadanía, no necesariamente quisquillosa en cuanto a la precisión de las noticias, defiende celosamente el privilegio de recibir información de fuentes que no estén sometidas al estado. Por este motivo, hasta los estados autoritarios están perdiendo la batalla sobre los medios de comunicación en la era de la información[7]

Así como los medios de comunicación en muchos casos escapan a la legislación por parte del Estado, también sucede lo mismo con internet. Los flujos de información tienen multiplicidad de partes de donde vienen. Es decir, no se puede saber quien realizó una página específica. Se intentó por ello restringir el acceso a internet, pues estratégicamente podía ser peligroso.
Ahora, muchas de las decisiones estatales se tienen que tomar en cuenta a los demás países, es parte de vivir en un mundo globalizado. Hay intereses de todos en todas partes. Se están formando tratados entre múltiples estados, como el TLC, MERCOSUR o la UE.
Por último, es necesario decir que:

El nuevo poder reside en los códigos de información y en las imágenes de representación en torno a los cuales las sociedades organizan sus instituciones y la gente construye sus vidas y decide su conducta. La sede de este poder es la mente de la gente.[8]

Bibliografía
Ø CASTELLS, Manuel. La era de la información, el poder de la identidad, Siglo Veintiuno Editores, 2001, México, pp.159-402.



[1] CASTELLS, Manuel. La era de la información, el poder de la identidad, p.159
[2] Ibid, p.199
[3] Ibid, p.180
[4] Para leer más sobre el tema, recomiendo BORDIEU, Piere. La dominación masculina. Comprender que la dominación masculina es un proceso que lleva siglos sino es que milenios de presentarse y que era construido tanto por los varones como por las mujeres.
[5] Ibid, p.202
[6] Ibid, p.222
[7] Ibid, p.286
[8] Ibid, p.399

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