Castells prosigue su análisis sobre las identidades dentro del mundo global. Este libro es muy interesante, en tanto refleja muchas de las problemáticas que los estados tienen en el mundo contemporáneo.
LA ERA DE LA INFORMACIÓN: EL PODER DE LA
IDENTIDAD
“[...] te puse delante la vida o la
muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y
tu descendencia.”
Deuteronomio
30:19
Esta segunda parte del libro de Castells
comienza con un apartado, referente a la familia y sus distintos tipos de
cambios por las llamadas revoluciones sociales (de la mujer, de las
tecnologías, de la liberación, etc.).
Todo lo anterior pone en un gran
predicamento a la sociedad patriarcal, “estructura básica de todas las
sociedades contemporáneas. Se caracteriza por la autoridad, impuesta desde la
insituciones [sic] de los hombres sobre las mujeres y sus hijos en la unidad
familiar”[1]
La
transformación de la economía y el mercado laboral está en estrecha relación
con la liberación de las mujeres, dándoles desde más oportunidad para conseguir
educación hasta su consecuente empleo. Entonces trae como consecuencia que:
La primera es
que, con frecuencia, la contribución financiera de la mujer se vuelve decisiva
para el presupuesto familiar. Así pues, el poder de negociación femenino en el
hogar aumenta de forma significativa. Para empezar, en el patriarcado estricto,
la dominación de las mujeres por parte de los hombres afectaba a toda su
existencia: su trabajo era crear hogar.[2]
Trayendo
como consecuencia un desequilibrio en la familia patriarcal. Ante ese nuevo
cambio, los hombres (al igual que muchas mujeres y niños) temen ante lo
desconocido y actúan en consecuencia. Es decir no saben qué hacer cuando el
poder económico, que era lo que los legitimaba para tener otros tipos de
poderes en la familia, deja de ser exclusivamente de ellos, optando entonces
por tres vías: el separatismo que explicaría el incremento acelerado de la tasa
de divorcios, el homosexualismo y el tratar de convivir ambos sexos, con miedo
sobre lo que vendrá.
En general, parece que en la mayoría de los países
desarrollados, con las excepciones importantes de Japón y España, la familia
patriarcal está en proceso de convertirse en una forma minoritaria del modo de
vida de la gente.[3]
Existen
múltiples factores para la crisis del patriarcalismo, no es sólo la liberación
de la educación para la mujer y su consecución de empleos, también cabe
mencionar el hecho de los múltiples nacimientos fuera del matrimonio, hijos en
su mayoría cuidados por la madre, así como el retraso de la edad para casarse y
el poco deseo que muchas mujeres tienen por ser madres.
Como se leyó antes, existen movimientos que
tratan de recuperar aquellos valores, los del antiguo patriarcado, en el
fundamentalismo cristiano, donde se llama que las mujeres deben ser sumisas y
quedarse en el hogar.
Hay movimientos de aquellas mujeres que
reveladas contra toda la figura patriarcal, hicieron el llamado feminismo que
está en contra de esa autoridad, porque se les niega como personas, en donde
además, su discurso está en la acción.[4]
Así pues, bajo la
diversidad del feminismo, se encuentra una comunidad fundamental: el esfuerzo
histórico, individual y colectivo, formal e informal, para redefinir la
condición de la mujer en oposición directa al patriarcado.[5]
Es una
tendencia, como se ve en las estadísticas ampliamente aceptada a nivel mundial,
en EE.UU., donde hay movimientos feministas radicales y conservadores, en toda
Europa, Asía y también un poco en América Latina. El considerar a las mujeres y
sus derechos es un asunto primordial.
Los detractores del movimiento lo radicalizan y
consideran a las feministas como lesbianas, manera de relación en pareja en que
ambas partes son mujeres. Que todo trata de un odio exacerbado al hombre y que
por esa razón no aceptan seguir ciertas ideas “naturales”. A lo que las
feministas responden:
Comienza con la
afirmación doble de que las mujeres son diferentes, sobre todo debido a su historia
diferencial, y de que en todo caso sólo pueden reconstruir su identidad y
encontrar sus propios caminos construyendo su propia comunidad. En muchos casos
esto implica el deseo de separación de los hombres o al menos de las
instituciones dominadas por éstos. Pero no lleva necesariamente al lesbianismo
o al separatismo de los hombres.[6]
Hay que
comprender que no sólo es un feminismo hay distintas maneras de
comprender la identidad del ser feminista. Cada quien puede adoptar ese
concepto teórico y adaptarlo a su realidad.
Así, pasamos a otro tema neural del texto, el
poder del Estado en esta relación con la globalización. Pareciera que éste cada
día se desdibuja más por el poder de las distintas redes de mercado,
información y servicios.
La idea del Estado benefactor está cada vez más
en desuso, pues los costes de mantener la seguridad social y otros aspectos por
parte de las empresas es mayor, no pueden y no quieren asumirlo. El Estado
tampoco. Poco a poco se desmantela toda la maquinaria que dio legitimidad a la
industrialización en la primera mitad del siglo pasado.
Los medios de comunicación han crecido de forma
exponencial desde el surgimiento de internet y el desarrollo de los distintos
aparatos como la TV. Muchas veces las empresas hacen uso de éstos, para lograr
las políticas o cambios que se deseen.
Éstos clamaba por una libertad de expresión, a
partir de ahí lograban su legitimidad, que se traducía en anuncios
publicitarios, es decir su mayor núcleo de generación de riquezas. Con más
anunciantes y más credibilidad, hay más publicidad y riquezas, además de un
mayor espectro de oyentes.
Apelan, ante todo, a la libertad de expresión,
que ha sido ganada con muchos esfuerzos y que el que el Estado los controle
sería como dar un retroceso en el proceso de las garantías individuales.
Todo intento de
recortar la libertad de los medios tendrá un coste político, ya que la
ciudadanía, no necesariamente quisquillosa en cuanto a la precisión de las
noticias, defiende celosamente el privilegio de recibir información de fuentes
que no estén sometidas al estado. Por este motivo, hasta los estados
autoritarios están perdiendo la batalla sobre los medios de comunicación en la
era de la información[7]
Así como los
medios de comunicación en muchos casos escapan a la legislación por parte del
Estado, también sucede lo mismo con internet. Los flujos de información tienen
multiplicidad de partes de donde vienen. Es decir, no se puede saber quien
realizó una página específica. Se intentó por ello restringir el acceso a internet,
pues estratégicamente podía ser peligroso.
Ahora, muchas de las decisiones estatales se
tienen que tomar en cuenta a los demás países, es parte de vivir en un mundo
globalizado. Hay intereses de todos en todas partes. Se están formando tratados
entre múltiples estados, como el TLC, MERCOSUR o la UE.
Por último, es necesario decir que:
El nuevo poder
reside en los códigos de información y en las imágenes de representación en
torno a los cuales las sociedades organizan sus instituciones y la gente
construye sus vidas y decide su conducta. La sede de este poder es la mente de
la gente.[8]
Bibliografía
Ø CASTELLS, Manuel. La era de la información, el poder de la
identidad, Siglo Veintiuno Editores, 2001, México, pp.159-402.
[1] CASTELLS, Manuel. La era de la información, el poder de la
identidad, p.159
[2] Ibid, p.199
[3] Ibid, p.180
[4] Para leer más sobre el tema, recomiendo BORDIEU, Piere. La
dominación masculina. Comprender que la dominación masculina es un proceso
que lleva siglos sino es que milenios de presentarse y que era construido tanto
por los varones como por las mujeres.
[5] Ibid, p.202
[6] Ibid, p.222
[7] Ibid, p.286
[8] Ibid, p.399
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