LA ERA DE LA INFORMACIÓN
La globalización está provocando un obsesivo afán de identidad, que va a provocar muchos enfrentamientos. Nuestras cabezas se mundializan, pero nuestros
corazones se localizan
José Antonio Marina
Este segundo tomo de la Era de la Información, El
poder de la identidad, justo nos habla sobre el aspecto social que se
conforma en la nueva sociedad tecnotrónica.
La oposición entre globalización e identidad está
dando forma a nuestro mundo y nuestras vidas. La revolución de las tecnologías
de la información y la reestructuración del capitalismo han inducido a una
nueva forma de sociedad [...][1]
Cómo es
que ahora entendemos lo social y conformamos nuestra identidad en un mundo que
justamente ha perdido sus fronteras, que gracias a las nuevas maneras de
comunicarnos y obtener información podemos acceder a planteamientos e
ideologías de otras culturas y épocas.
Es
entonces que por medio de las sociedades red se conforman nuevas identidades,
se forjan desde la información y así se propagan alrededor del mundo. “[...]
cada tipo de proceso de construcción de la identidad conduce a un resultado
diferente en la constitución de la sociedad.”[2]
Existen
tres tipos de identidades:
Ø Legitimadora: que es la introducida
por las instituciones dominantes, podríamos plantear que a través de la llamada
microfísica del poder de Foucault.
Ø Resistencia: con principios
diferentes u opuestos a los que proponen las instituciones dominantes.
Ø Proyecto: cuando, basándose en los
materiales culturales de los que disponen, construyen una nueva identidad que
redefine su posición en la sociedad.
Cada una de estas identidades tiene
unas características particulares, la primera genera a la sociedad civil, la
segunda forma comunas y la identidad proyecto produce individuos.
A primera vista, no se ve tan mal
formar individuos por medio del tercer tipo de identidad. ¿Cuál es el costo o
facilidad para llegar a ser realmente individuos?.
Para empezar, podemos decir que las
personas al tener acceso a tan diversas maneras de pensar, conformamos nuestra
propia “batería” de ideas, las elaboramos y con ello nos convertimos en seres
únicos.
Por otro lado, debemos ser
conscientes que estar aislado de lo que sucede en el resto del planeta ha
dejado de ser una opción. Estamos intercomunicados, las personas ante la
instantaneidad pueden saber qué ocurre en otros lados, asuntos que muchas veces
llegan a repercute en su, de forma directa o indirecta. Dependemos de tal
manera de lo que los demás nos pueden ofrecer, que no es posible el ostracismo.
Igual, habiendo tantas personas, llegamos a mostrar empatía por aquellos que
también tienen preferencias por nuestras identidades adoptadas.
Así desde el nacimiento de las
sociedades red, se ha dado un fenómeno, el de los fundamentalismos “el
fundamentalismo es siempre reactivo, reaccionario”[3].
Son movimientos que al mismo tiempo
que se expanden las ideas y maneras de ver el mundo, tratan de recuperar lo que
“es suyo”.
Ahora, no podemos hablar de una
identidad, como dijo el profesor Ricardo Pascoe Pierce en el foro de Gobernabilidd
Democrática, cómo definir la soberanía en un mundo al cual se le desdibujan
las fronteras. De igual manera, cómo definir nuestra identidad si tenemos
importaciones de todos lados. ¿Qué es lo nuestro?.
Los movimientos globalifóbicos son
una expresión de lo anterior, consideran como dañino en todos los términos
(económico, político y social) a este proceso, el que las decisiones sean
tomadas en beneficio de un conglomerado de países, no en beneficio de uno solo.
Este tipo de reacciones es promulgada por los distintos medios de información,
todo puede ser procesado por esto.
Así fue como surgió la paradoja de una
política cada vez más local en un mundo estructurado por procesos cada vez más
globales. [...] Para una identidad defensiva, una identidad de atrincheramiento
de lo conocido contra el carácter impredecible de lo desconocido e
incontrolable.[4]
Lo anterior, trae como problemas que
bajo la consigna de “libertad de ideales” y de “no coartar la libertad de
expresión”, todo tipo de ideologías se expresen en las redes de información.
Desde el neonazismo, xenofobia, antisemitismo, hasta movimientos independistas
como el catalán o etarra, todo fluye por estas autopistas de conocimiento.
Lentamente, pero de forma segura, Cataluña, junto con
el País Vasco, están forzando a España a convertirse, a su pesar, en un estado
federal muy descentralizado, ya que el resto de las regiones reclaman el mismo
grado de autonomía y recursos que obtienen catalanes y vascos.[5]
No podemos negarles el acceso, pero
por ello, ¿debemos aceptar todo lo que se nos presente?. El conocimiento de
esta manera llega a ser abrumador, qué conocemos, quién lo está diciendo, con
qué intenciones.
Muchas veces al no tener un
conocimiento pleno de quién es el autor de las páginas de internet no podemos
comprender a partir de qué punto de vista se está planteando el problema que
investigamos.
Las interpretaciones que se un tema
llega a tener son demasiadas. Es peligroso que el flujo de la información no
tenga un filtro sobre lo que puede y debe pasar. Lo que debe ser permitido y si
así pensamos, entramos en otro conflicto, ¿quién puede decir que es lo que se
debe ver?. La globalización y la informacionalización, instituidas por las
redes de riqueza, tecnología y poder están transformando nuestro mundo. Están
ampliando nuestra capacidad productiva, nuestra creatividad cultural y nuestro
potencial de comunicación”[6]
La información pasa y crea nuevas
identidades, las personas tienen la opción de escoger entre gran variedad de
éstas. Ahora el lenguaje puede formar parte de una identidad globalizada, como
consideramos al inglés; pero al mismo tiempo, así como las personas reclaman un
territorio que consideran como suyo, hay lenguajes que también consideran como
propios, únicos y que los identifican.
¿Por qué es tan importante la lengua en la definición de la identidad
catalana? [...] es el modo más fácil de extender y reproducir la población
catalana sin recurrir a criterios de soberanía territorial que colisionarían
necesariamente con la territorialidad del estado español.[7]
Movimientos tales como el de los zapatistas,
la llamada primera guerrilla informacional y que utilizó a los medios como
manera para que el contexto internacional lograse conocer la problemática y así
evitaban represalias por parte del gobierno.
Otros movimientos son el movimiento
patriota en los EE.UU., en donde a través de comunicados vía internet,
fax y radio principalmente culpan al gobierno federal e ilegitimo de tratar de
quitarles derechos inalienables como el portar armas de fuego y hacer que no
tengan trabajo por permitir la entrada de inmigrantes.
Todos son movimientos que a partir
de las distintas carreteras de la información tienen difusión y logran ser
conocidos por nuevas personas, así es como logran una identificación con los
demás, como se adoptan ideas que podrían parecernos ajenas (aunque en un mundo
globalizado y consumista por excelencia, que idea que no pueda ser
comercializada en mercancías o informaciones nos son ajenas).
Entonces, se forja un nuevo espacio
público, como hablaría Wolton, ahora hay una multiplicidad de éstos, donde los
tres sectores (los políticos, periodistas y opinión pública) pueden expresarse.
Se equipara el concepto de
democracia con el de libertad de expresión, así es como discursos que plantean
la destrucción de los demás se inserta en las ideas de las personas. ¿Justo o
injusto?, es lo que sucede.
Así es el planteamiento que nos
propone Castells, cómo nos forjamos una identidad en este mundo globalizado.
Bibliografía
Ø CASTELLS. Manuel, La era de la
información: el poder de la identidad, Siglo Veintiuno Editores, 3°
edición, 2001, p.21-158.
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