viernes, 29 de marzo de 2013

La era de la información. El poder de la identidad. (I)

Prosigo con el análisis de Castells, ¿qué ocurre con las identidades en un mundo globalizado con tendencias a la homogeneización?


LA ERA DE LA INFORMACIÓN

José Antonio Marina

Este segundo tomo de la Era de la Información, El poder de la identidad, justo nos habla sobre el aspecto social que se conforma en la nueva sociedad tecnotrónica.

La oposición entre globalización e identidad está dando forma a nuestro mundo y nuestras vidas. La revolución de las tecnologías de la información y la reestructuración del capitalismo han inducido a una nueva forma de sociedad [...][1]

Cómo es que ahora entendemos lo social y conformamos nuestra identidad en un mundo que justamente ha perdido sus fronteras, que gracias a las nuevas maneras de comunicarnos y obtener información podemos acceder a planteamientos e ideologías de otras culturas y épocas.
Es entonces que por medio de las sociedades red se conforman nuevas identidades, se forjan desde la información y así se propagan alrededor del mundo. “[...] cada tipo de proceso de construcción de la identidad conduce a un resultado diferente en la constitución de la sociedad.”[2]
Existen tres tipos de identidades:
Ø Legitimadora: que es la introducida por las instituciones dominantes, podríamos plantear que a través de la llamada microfísica del poder de Foucault.
Ø Resistencia: con principios diferentes u opuestos a los que proponen las instituciones dominantes.
Ø Proyecto: cuando, basándose en los materiales culturales de los que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posición en la sociedad.
Cada una de estas identidades tiene unas características particulares, la primera genera a la sociedad civil, la segunda forma comunas y la identidad proyecto produce individuos.
A primera vista, no se ve tan mal formar individuos por medio del tercer tipo de identidad. ¿Cuál es el costo o facilidad para llegar a ser realmente individuos?.
Para empezar, podemos decir que las personas al tener acceso a tan diversas maneras de pensar, conformamos nuestra propia “batería” de ideas, las elaboramos y con ello nos convertimos en seres únicos.
Por otro lado, debemos ser conscientes que estar aislado de lo que sucede en el resto del planeta ha dejado de ser una opción. Estamos intercomunicados, las personas ante la instantaneidad pueden saber qué ocurre en otros lados, asuntos que muchas veces llegan a repercute en su, de forma directa o indirecta. Dependemos de tal manera de lo que los demás nos pueden ofrecer, que no es posible el ostracismo. Igual, habiendo tantas personas, llegamos a mostrar empatía por aquellos que también tienen preferencias por nuestras identidades adoptadas.
Así desde el nacimiento de las sociedades red, se ha dado un fenómeno, el de los fundamentalismos “el fundamentalismo es siempre reactivo, reaccionario”[3].
Son movimientos que al mismo tiempo que se expanden las ideas y maneras de ver el mundo, tratan de recuperar lo que “es suyo”.
Ahora, no podemos hablar de una identidad, como dijo el profesor Ricardo Pascoe Pierce en el foro de Gobernabilidd Democrática, cómo definir la soberanía en un mundo al cual se le desdibujan las fronteras. De igual manera, cómo definir nuestra identidad si tenemos importaciones de todos lados. ¿Qué es lo nuestro?.
Los movimientos globalifóbicos son una expresión de lo anterior, consideran como dañino en todos los términos (económico, político y social) a este proceso, el que las decisiones sean tomadas en beneficio de un conglomerado de países, no en beneficio de uno solo. Este tipo de reacciones es promulgada por los distintos medios de información, todo puede ser procesado por esto.

Así fue como surgió la paradoja de una política cada vez más local en un mundo estructurado por procesos cada vez más globales. [...] Para una identidad defensiva, una identidad de atrincheramiento de lo conocido contra el carácter impredecible de lo desconocido e incontrolable.[4]

Lo anterior, trae como problemas que bajo la consigna de “libertad de ideales” y de “no coartar la libertad de expresión”, todo tipo de ideologías se expresen en las redes de información. Desde el neonazismo, xenofobia, antisemitismo, hasta movimientos independistas como el catalán o etarra, todo fluye por estas autopistas de conocimiento.

Lentamente, pero de forma segura, Cataluña, junto con el País Vasco, están forzando a España a convertirse, a su pesar, en un estado federal muy descentralizado, ya que el resto de las regiones reclaman el mismo grado de autonomía y recursos que obtienen catalanes y vascos.[5]

No podemos negarles el acceso, pero por ello, ¿debemos aceptar todo lo que se nos presente?. El conocimiento de esta manera llega a ser abrumador, qué conocemos, quién lo está diciendo, con qué intenciones.
Muchas veces al no tener un conocimiento pleno de quién es el autor de las páginas de internet no podemos comprender a partir de qué punto de vista se está planteando el problema que investigamos.
Las interpretaciones que se un tema llega a tener son demasiadas. Es peligroso que el flujo de la información no tenga un filtro sobre lo que puede y debe pasar. Lo que debe ser permitido y si así pensamos, entramos en otro conflicto, ¿quién puede decir que es lo que se debe ver?. La globalización y la informacionalización, instituidas por las redes de riqueza, tecnología y poder están transformando nuestro mundo. Están ampliando nuestra capacidad productiva, nuestra creatividad cultural y nuestro potencial de comunicación”[6]

La información pasa y crea nuevas identidades, las personas tienen la opción de escoger entre gran variedad de éstas. Ahora el lenguaje puede formar parte de una identidad globalizada, como consideramos al inglés; pero al mismo tiempo, así como las personas reclaman un territorio que consideran como suyo, hay lenguajes que también consideran como propios, únicos y que los identifican.

¿Por qué es tan importante la lengua en la definición de la identidad catalana? [...] es el modo más fácil de extender y reproducir la población catalana sin recurrir a criterios de soberanía territorial que colisionarían necesariamente con la territorialidad del estado español.[7]

Movimientos tales como el de los zapatistas, la llamada primera guerrilla informacional y que utilizó a los medios como manera para que el contexto internacional lograse conocer la problemática y así evitaban represalias por parte del gobierno.
Otros movimientos son el movimiento patriota en los EE.UU., en donde a través de comunicados vía internet, fax y radio principalmente culpan al gobierno federal e ilegitimo de tratar de quitarles derechos inalienables como el portar armas de fuego y hacer que no tengan trabajo por permitir la entrada de inmigrantes.
Todos son movimientos que a partir de las distintas carreteras de la información tienen difusión y logran ser conocidos por nuevas personas, así es como logran una identificación con los demás, como se adoptan ideas que podrían parecernos ajenas (aunque en un mundo globalizado y consumista por excelencia, que idea que no pueda ser comercializada en mercancías o informaciones nos son ajenas).
Entonces, se forja un nuevo espacio público, como hablaría Wolton, ahora hay una multiplicidad de éstos, donde los tres sectores (los políticos, periodistas y opinión pública) pueden expresarse. Se  equipara el concepto de democracia con el de libertad de expresión, así es como discursos que plantean la destrucción de los demás se inserta en las ideas de las personas. ¿Justo o injusto?, es lo que sucede.
Así es el planteamiento que nos propone Castells, cómo nos forjamos una identidad en este mundo globalizado.

Bibliografía

Ø CASTELLS. Manuel, La era de la información: el poder de la identidad, Siglo Veintiuno Editores, 3° edición, 2001, p.21-158.



[1] CASTELLS, Manuel. La era de la información, el poder de la identidad, p.23
[2] Ibid, p.30
[3] Ibid, p.35
[4] Ibid, p.84
[5] Ibid, p.70
[6] Ibid, p.91
[7] Ibid, p.71

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